Consisten en regulaciones, obligaciones, limitaciones, restricciones y en definitiva, imposiciones.
¿Cual es su coste?
Por un lado, el coste de implantación y mantenimiento de la maquinaria administrativa y burocrática. Por otro, el coste de los usuarios por tener que someterse a esas regulaciones, que puede ser de distinto tipo; por un lado existen unos costes fijos: el esfuerzo de aprender la normativa o buscar asesorameinto, los bloqueos y esperas a resoluciones, reclamaciones y autorizaciones, el pago de tasas y de los diversos tipos de sobrecostes. Por otro lado hay costes indirectos que son variables pero no por ello menos importantes: como es muy fácil que el ususario se sienta decepcionado, las consecuencias son desmoralización, desmotivación, conformismo, pesimismo, despersonalización, desunión y egoismo.
¿Cuales son los beneficios?
Un control que evita fraudes y abusos. Información que facilita el análisis y la gestión y planificación, es decir, la optimización en la distribución de recursos.
Entonces ¿compensa el coste al beneficio?
Es evidente que se asume que sí compensa; de lo contrario se suprimiría la imposición de la normativa.
¿Qué caracterizan a los procesos de corporaciones y sociedades?
Una permanente tendencia a la degradación del sistema, que exige cada vez más recursos para mantener los mismos resultados. Por un lado, la propia dinámica de la maquinaria regulativa-burocrática tiende siempre a expandirse (véase El Principio de Peter o La Ley de Parkinson) lo que supone un permanente aumento del coste de aplicación. Además, los sujetos sometidos a la regulación acaban aprendiendo formas de evadirla, incrementando el coste de inspección y supervisión.
La maquinaria burocrática se caracteriza por su tendencia irremediable a la rigidez lentitud, impredectibilidad, ineficacia y sobre todo la INEFICIENCIA. En definitiva, la tendencia del coste a crecer y del beneficio a menguar. Además de otros aspectos negativos como la tendencia a la injusticia, a acabar favoreciendo a minoría poderosa que resulta privilegiada a costa del esfuerzo de una mayoría. Se tienden a formar "grupos de poder" que distorsionan el proceso de regulación y gestión a su favor, en detrimento de los demás.
Estas tendencias son hechos objetivos y empirícos observados en los procesos y de gestión humanos a lo largo de toda su historia; no se trata de opiniones políticas aunque este tipo de discusiones tienden a derivarse a discusiones políticas.
Pero ¿qué es una "opinión política"? Si se reflexiona bien sobre esta pregunta, la respuesta más cercana a la realidad es la siguiente:
Convicciones "políticas" son aquellas que deseamos NO tener que cambiar.
Seguro cualquier lector ha reaccionado a la afirmación anterior con el convencimiento de que la es muy dudosa o esencialmente incorrecta. Cada uno está convencido de que sus "principios" y sus "ideales" son los correctos.
Pero esta esta es otra discusión que no viene al caso, porque ahora estamos enfocados en una cosa: la aparentemente "irremediable" ineficiencia de los procesos regulatorios administrativo-burocráticos.
La historia de la civilización es la historia de la burocracia, y quien lo dude que repase la historia de los imperios.
La cuestión es ¿hay alguna solución para esto que sea razonable; es decir que no se base en principios políticos?
El Pensamiento Fino se basa en los "principios" de que lo que funciona es lo natural, fluido, ágil y flexible. De que hay que aplicar el esfuerzo cuando más eficiente resulte, por tanto solo cuando es necesario y solo en la cantidad imprescindible. De ello se deduce que lo razonable es observar para diferenciar lo valioso de lo superfluo, y concentrarse en obtener el mayor valor con el mínimo esfuerzo.
Con todo esto, ¿cual es la solución que propone el Pensamiento Fino a la ineficiencia de los procesos regulatorios administrativo-burocráticos?
Una muy sencilla: AUTOMATIZACIÓN.